Catorce minutos, ese es el tiempo del que dispongo para que se me ocurra algo.
Catorce minutos, eso es lo que falta para que sean las doce de la noche.
Catorce minutos, ese es el tiempo durante el que más entradas se van a escribir.
Catorce minutos, es lo que queda para que nuestro cerebro se agote de pensar tanto en tan poco.
Catorce minutos, es la única barrera entre el fracaso y el éxito.
Catorce minutos es lo que queda para que suene el pitido del reloj y me lleve a la triste realidad de no haber escrito suficientes entradas.
Aunque claro, ya sólo son doce.
Alea jacta est.
Carlos M.
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